sábado, 12 de mayo de 2012

Ladrones de aromas


Hace un tiempo inicie mi oficio de ladrona de aromas. Al principio, no sabía bien de qué se trataba esta extraña   acción  que realizaba cada vez que pasaba un hombre por mi lado. Veía a mi presa, calculaba el momento exacto y al pasar por su lado, cerraba los ojos un segundo, inspiraba largo y profundo y le robaba su aroma.
Una vez conseguido el motín, se abría la puerta de la fantasía, esa que heredé de la doc y el león de crear una historia mágica con pasado, presente y futuro. Una historia inexistente a los demás, pero tan nítida y real para mi.
Llegué a pensar que tenía una enfermedad, que necesitaba de este aroma para sobrevivir, que me había convertido en una ladrona profesional que efectuaba su "robo hormiga" sin que el afectado se diera cuenta. Pero ¿quizás al avanzar en su camino, se encontraba que había perdido su aroma característico?, ¿quizás incluso se detenía a mirar hacia atrás para ver en qué parte de su ruta había dejado el olor que lo impregnaba?, o trataba de recordar a quién lo había cedido o entregado.
Gran fue mi sorpresa, al encontrarme frente a frente con otro ladrón de aromas. Un hombre que le robaba, en segundos, el perfume a las mujeres. 
La confesión de su técnica (de su locura), de su reflexión y declaración vergonzosa, nos encontró, en un bar de mala muerte en la perla del norte. Mirando para abajo, con cierto sonrojo, me confesó, sin tener que revelar yo primero mi crimen, que él era un ladrón de aromas.
No hay mucho más que decir, ya que nuestra técnica es única y preciada y revelar más de nuestro oficio, sería desnudarnos, y desnudar junto nosotros a tantos otros que no habían tomado conciencia que roban no sólo aromas, sino palabras, canciones, caricias, sensaciones.
Algunos guardan en su almohada lágrimas, sueños, ronquidos, suspiros; otros han adquirido su recompensa en abrazos apretados. Hay quienes son más puristas y logran sus motines en la relación sexual, robando gemidos, ojos con pupilas dilatadas y caricias. 
Mi compañero de oficio y yo, no tenemos contacto mayor con nuestras víctimas. No hay dolor, ni rostros de ladrones y afectados. Quizás eso nos hace más inocentes.
Nuestro robo es sin consecuencias, nunca le robamos a alguien conocido, nuestras víctimas son extrañas y desconocen el asalto.
Me gusta pensar que hay otros ladrones en el mundo, y más aún, que alguien también me robó el aroma. Desde mi punto de vista, es un honor haber sido considerado por tu olor, por tu esencia, por un extraño.




martes, 1 de mayo de 2012

Los porqué de los grandes


Mucha gente grande (o mayor de edad, o vieja, como ud. quiera llamarle) se queja de que los niños, a eso de los 6 años en adelante, hacen muchas preguntas. ¿Por qué el sol es amarillo?, ¿por qué el semáforo marca en rojo?, y otras aún más difíciles de contestar. Es como si estuvieran en la etapa filosófica en pleno y se cuestionan un sin fin de fenómenos que los rodean. Sin duda, una buena cualidad, para ir fortaleciendo su capacidad crítica y pensante. Pero hay días, en que realmente no queremos contestar una y otra vez las interrogantes de los peques, o que simplemente nos hacen consultas para las cuales no tenemos respuesta.
Al parecer, esta etapa, regresa de vez en cuando a nosotros. Por lo menos yo la revivo cada cierto tiempo, y si bien no molesto a mi madre, o personas mayores que me rodean con las 5.368 preguntas que me hago, si me las cuestiono. He aquí algunas que comparto para buscar apoyo y no sentirme "la rara" cuestionadora del mundillo que nos rodea:
1. ¿Por qué siempre el rey del cóctel es el jugo de frambuesa?
2. ¿Por qué siempre que estamos pololeando o emparejados, aparecen los jotes al rededor? En la soltería escasean estos especímenes.
3. ¿Por qué siempre hay un amigo/a que "no tiene" efectivo al momento de pagar un almuerzo? Y siempre es el mismo, un clásico.
4. ¿Por qué el Dj que está mezclando en una fiesta, baila a otro ritmo de la música que suena? Aporte de la amiga tropical.
5. ¿Por qué cuando hace frío nos dan unas ganas incontrolables de comer helado?
6. ¿Por qué cuando siempre reconocemos a la persona que tiene un logro en el año, y no al que siempre está junto a nosotros?
7. ¿Por qué cuando hace mucho frío, y estamos en el trabajo, añoramos "estar acostaditos, frente a una chimenea, viendo una película"?
8. ¿Por qué cuando entramos a "Casa & Ideas" siempre salimos con algo, y no precisamente lo que necesitábamos?
9. ¿Por qué siempre que hay cambio de temporada, las mujeres sentimos que "no tenemos nada que ponernos"? Cada temporada es lo mismo.
10. ¿Por qué cuando se nos echa a perder el celular, o quedamos sin Internet, nos sentimos incomunicados y que  "no existimos", si antes vivimos así?

Quizás ud, pueden sumar muchas más....