martes, 23 de diciembre de 2014

Mirando a mi madre


Estás sentada en la cama y pintas mandalas. Te ves más delgada que el mes pasado, con más líneas de expresión que ayer, y más acurrucada que cuando te vi en la mañana.
Estás sentada en la cama de dos plazas que siempre has compartido conmigo o con mis hermanos mayores. Sentada siendo mamá, sin saber cómo iniciar tu vida de jubilada. Sé que estás tratando de disfrutar de cosas simples como tu curso de baile entretenido, pasear y jugar con Rorro, probar recetas en la cocina, ese lugar que antes nunca ocupaste.
Has sido hija, mamá y profesional estos 66 años de vida. Tu placer máximo y egoísmo extremo es comerte un trozo de chocolate a escondidas. Todo, todo, ha sido para tu familia:tu mamá, nosotros tres y tus alumnos y colegas de la universidad.
Sé que quisiste amar con locura, porque veo la pasión en tu trabajo y en cómo te esmeras en preparar todo cuando voy a visitarte a tu casa en Concepción. Quizás cuantos hombres te buscaron, y decidiste negarte a esas miradas y piropos. Porque debes saber que eres bella, aunque tú no lo veas.
Tú te miras al espejo y ves tus canas, te fijas si tus lunares aumentaron de tamaño, repasas con crema el contorno de tus ojos y, si tienes un evento especial, colocas un poco de brillo sin color en tus labios. Nunca te has maquillado y siempre tratas de usar joyas muy pequeñas que no llamen la atención. Pero aunque trates de pasar desapercibida y querer que nadie te mire en la calle, debes saber que deslumbras. 
Tienes luz en tus ojos verdes, y aunque hayas cortado tus pestañas cuando pequeña, tu mirada destaca del común de la gente. Eres femenina en tus detalles y curvas. Esas curvas que no potencias y que ocultas con blusas que usas siempre con una camiseta debajo, para que no se vea la “rayita” donde se juntan tus senos. Proyectas hermosura y sumado a tu personalidad conquistas a quienes te conocen.
Sé que hubieras querido que permaneciéramos juntos como familia los cinco: mi papá, mis tres hermanos, y tú. Porque veo como disfrutas los paseos con otras familias amigas, cuánto te gustaba enviar las tarjetas de navidad con los apellidos de papá y de ti. ¡Y las ganas con que preparabas los almuerzos del día sábado, esos fines de semana en que llegaba a nuestra casa en Concepción mi papá! Pero lo que has hecho como mamá ha sido perfecto.
Sé que sientes culpa. Culpa por haberte separado, culpa por haber trabajado tanto, culpa por que mi hermano no haya seguido un camino más tradicional, culpa porque mi hermana o yo no estemos aún casadas y con hijos. No quiero que te siga consumiendo ese sentimiento. Porque si pudiera enumerarte en este texto cada acierto que tuviste durante estos años, entenderías que nos has convertido en personas trabajadoras, leales a nuestros amigos, que disfrutan de las cosas simples, que cuando aman a alguien se dan por completo, y tantas otras virtudes que reconozco en mis hermanos y en mí, y que, sin duda alguna, son heredadas de ti.
Estas sentada en la cama y pintas mandalas. Te miro y veo a una mujer madura, bella, que deseo con todo mi corazón que disfrute hoy de la vida que queda, de los cumpleaños sorpresas, los zapatos Gacel que te regaló mi hermana, el concierto al que te invité cuando visitaste Santiago, los abrazos y los te quiero que tus hijos diariamente te entregan, tratando de hacerte ver la excelente mamá que ha sido y que sigues siendo, y la profunda admiración como mujer que te tenemos.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

"El León" no llegó solo

Era viernes 14 de abril del 2000 cuando nos enteramos que mi papá había fallecido. Fue operado en Punta Arenas, donde vivía hacía unos 6 años, de un tumor en el riñón. Pero al entrar a pabellón, los médicos descubrieron que había metástasis, palabra que aprendí a los 17 años, edad que tenía ese 14 de abril.

La pena más grande era saber que había muerto solo, en una ciudad a kilómetros de distancia, con nadie de nosotros- 3 hijos y una ex esposa- ahí a su lado. No hubo despedidas, ni un beso en la frente, ni un apretón de su mano antes de entrar a la sala de operación.

Pero para nuestra sorpresa, mi padre no estaba solo. El día que mi madre fue a recibir el cuerpo de mi papá junto a mi hermano al aeropuerto de Concepción, recibió además a Teresa, quien se presentó como su pareja.

Teresa era todo lo opuesto a mi mamá: una mujer robusta, de pelo teñido rojo, voz ronca, fumadora, habladora, estado protagonista. Ella era quien traía a mi padre de vuelta a su familia, y la única que sabía qué había pensado o sentido antes de entrar a pabellón. Estaba con ventajas, frente a una familia que, sin estar ausente, no había protagonizado el último día de vida de Fernando.
Pero nosotros no sabíamos de su existencia, más que como “la colega” que alguna vez había mencionado mi papá. Si bien mis padres llevaban separados más de 12 años, nunca nos presentaron otras parejas. 

Yo tenía tantas preguntas que hacer, pero no tan solo a Teresa, sino a mi padre y era tan injusto porque sólo teníamos su verdad, de esa mujer imponente que llegaba junto al ataúd desde Punta Arenas. Y tampoco era el momento para sentarla e interrogarla, ella también estaba sufriendo.
Sólo mi mamá y mi hermano mayor la habían visto, y yo no quería conocerla. Tenía curiosidad pero me molestaba sobremanera que mi papá no me hubiera contado de ella. Sentía que no correspondía que estuviera en el funeral de él, que ella no era parte de nuestra familia. Sabía que estaba siendo egoísta, pero quería que ese momento fuera mío con mi papá y de nadie más.

Me molestaba que la complicidad que alguna vez sentí con mi padre no fuera tal, ya que no había compartido conmigo que tenía una polola. Me molestaba que también hubiera sido de ella, y que supiera quizás más de él que yo.


La vi en el funeral, y cuando el cura nos pidió a mis dos hermanos, a mamá y a mí bendecir el ataúd, sentí que ella nos miraba seria, sin llanto ni pena, como con cierta envidia. Mi mamá la invitó también a bendecir el cuerpo de mi papá, y fue en ese momento que entendí que ella también sentía pena y que quizás quería llorar, que estaba en un lugar ajeno, con personas desconocidas que la miraban como una mujer desconocida.

Mi mamá me comentó que el día que la conoció, ella le dijo que llamaba a mi padre “León”, y como yo me propuse escribirle un discurso de despedida a mi papá, quise incluirla, como un signo de reconocimiento. Ese mismo viernes 14 de abril redacté mi despedida, y ahí comencé a valorar su rol de pareja con mi papá. Por eso incluí todas las formas en que llamaban a mi viejo, y también "León". Fue mi manera de sumarla en ese momento.

Comprendí que ella quiso a León, desde una vereda distinta a la mía, pero también se sentía sola este día, y nos unían finalmente más cosas de las que nos separaban. Esa fue mi reflexión del sábado, mientras velaban a mi padre.

Fue domingo, y después del funeral, Teresa nos acompañó a casa y conversó con nosotros de las penas y alegrías de León, de lo que le había contado de cada uno de nosotros, que hacían viajes juntos todos los fines de semana, que tocaba guitarra a los amigos de ambos, de sus miedos antes de operarse, de su petición de que si le pasaba algo, nos avisara y  que su cuerpo descansara en tierra penquista.

No supe mucho qué decirle, sólo la escuché y sentí  que en cada una de sus historias había un hombre que yo no conocía. Pero ya no importaba quien fuera o no protagonista de la muerte de mi papá,  porque era momento de reconciliarse con ese viejo "León" que desconocía y que hoy no tenía enfrente para preguntarle si había querido a Teresa y por qué nunca me habló de ella.




martes, 11 de noviembre de 2014

Cada uno en su tiempo


Cada uno en su tiempo: quiso, hizo, deshizo, llamó, dejó de hablar, se apestó, sangró, sonrío, cuidó, abrazó, pensó, no durmió, trabajó, viajó, caminó.

martes, 28 de octubre de 2014

Pluma



"Tanto va el cántaro al agua que se quiebra"

Seguir el instinto es arriesgar. Y el riesgo no es precisamente un escenario en el que transito, aunque me ha ido bien apostando por saltar sin red. 
La adrenalida de no saber que viene mañana, de recibir sorpresas no calculadas y perder tu control diario, asi como esa (in) sana cotidianidad, quizas cada cierto tiempo es necesario como cuota para sentirse vivo.
La aventura fortifica, asi me han enseñado personas como el doc, quien se atreve a irse a un mundo donde el dolor y la muerte es el desayuno, almuerzo y cena. También lo sé de mi madre, quien por los '80 se fue a Inglaterra a estudiar sin saber ni siquiera decir "hello".
En el espejo de los otros, me veo bien firme a la tierra, como un árbol milenario que muchas veces en sus ramas ofrece seguridad y cobijo. Pero la verdad quisiera más bien ser una pluma, itinerante. Que el viento que la transporta no la haga pasar frío, que al caer en el desierto no me de sed, que cuando alguien me recoja del suelo no tiriten mis pelos desconfianzo de esas manos desconocidas.
De terrenos firmes tampoco sé mucho, aunque muchas veces fanfarroneo seguridad. Una vez el león me regalo una postal ( cada cumpelaños recibía una) y era de un arbol sin hojas, que tenía sus ramas luchando contra el viento. Pero un día parecía había dejado de luchar y tomó la forma de la dirección del viento. Creo que fue su forma de decirme que lo lamentaba por no haberme dado un ambiente de familia tradicional, o quizás queria decirme que me quería a pesar de viento y marea, o también me queria advertir de que frente al tiempo de adversidad uno se acomoda y adapta. Lo cierto es que esa postal me marcó. Lo cierto también es que ya no lo podré averiguar.
Quizás nunca seré realmente una pluma, liviana y bailarina. Quizás logre volar pero con temores y un sin fin de marcas.
Pero sigo creyendo, sigo confiando, sigo queriendo a morir, estando siempre al pie del cañón, y tengo menos miedo. Porque soy fiel a mi, aunque eso a mis espejos- los otros- les parezca ser tonta. Quiero seguir volando y confiar en mi y en el otro es mi motor. 


miércoles, 8 de octubre de 2014

Hablar o bla bla bla


Hablar es hoy una acción que está quedando en el olvido. Quizás llegue un momento en que olvidemos la emisión de ciertos sonidos, vocales, que forman las palabras. 
Ya hemos dejado de lado casi la letra ñ, o la "elle". Y si jugáramos al bachillerato nombrando en voz alta la A hasta elegir la letra y rellenar todos los campos y que el contrario grite e¡stop!, revisaríamos nuestra hoja, y estoy segura que no tendríamos todo los campos llenos.

Hay gente que habla, otros que escuchan, y los más afortunados hablan y escuchan a la vez. Creo que muchas mamás tienen ese don, incluso descifran las primeras palabras de sus hijos y entienden lo que quieren decir entre ruidos y letras sueltas.

Están los que cada vez que uno comienza a contarles una historia, ellos van terminando tus frases. Son ansiosos del lenguaje, es como si quisieran robarte el cuento o quizás están aburridos de lo que les estás conversando. También puede ser que les haya pasado lo mismo, entonces saben cómo termina cada oración. Pero cada vez que hablas con ellos, te sientes obvio y como que te coartan la capacidad de expresarte.

Hay otros que hablan como un guión de teatro. Al emitir sus sonidos logras ver los guiones y los personajes de su historia; y aparecen las frases cuando menos las esperas. Llega de repente la frase -"No quiero ir al teatro", me dijo con voz seria Carolina; y yo le contesté que estaban compradas las entradas"- y continúan hablando desde los personajes de su historia. Ponen voces, hacen las muecas, y uno se siente como espectador de un radioteatro. Pero como que nunca llegamos a conocer a este hablante, lo que él nos quiere decir, lo que piensa.

Los que me ponen nerviosa son los que comienzan todo con "Y yo le dije", y prosiguen con "y él me dijo". Lo que hay entre medio de estas frases son pocas palabras porque la muletilla "y me dijo" "y le dije" come todo el tiempo en que se habla. Me pasa que sólo escucho estas palabras y el ruido de la "j" se vuelve ensordecedor.

Mi manía es confirmar con Ya o cuando me están contando algo. Entonces el hablante me pregunta "¿ya te había contado?, ¿sabías de esto?".  Debo explicar continuamente que es una forma de afirmar que le estoy escuchando y poniendo máxima atención. Acepto sí que es desconcertante para el otro.
También caigo en esperar que terminen una oración y decir "yaaa"con tono de incredulidad irónica, ¿les ha pasado? Como que uno ya predetermina al otro en su conversación, como que lo castiga. Trato de no hacerlo, pero reconozco que me pasa.

Los que escuchan (los que escuchamos) hacemos ruidos para que el otro continúe. Son los típicos "mm", "aja". Claro, también puede ser sólo un movimiento de cabeza, o expresión de ojos atentos. Hace pocos días estuve dos horas escuchando a una persona y me asombré de mi capacidad para escuchar, evidentemente no era la historia más entretenida, pero a veces nos sentimos obligados a escuchar ya que no hay un minuto de espacio para interactuar, es como si la persona estuviera sola frente a un espejo. Incluso creo que uno puede irse, silenciosamente y ellos no lo notarían.

Me he encontrado con personas que te exigen hablar. Pero llegado el momento en que ya contaron todas sus historias, con conversaciones entre su yo y su otro yo donde se dan respuestas, se preguntan y se vuelven a responder, de pronto cuando estás tomando aire y tratando de digerir todo lo que has escuchado, te cambian el tema y te preguntan ¿y tú que cuentas?. Plop.

Y que tal si ahora que terminaste de leer ¿hablamos? 

Nota al margen: capítulo aparte hablar por teléfono.


lunes, 4 de agosto de 2014

Emprendimientos, ideas y otras hierbas



"Estamos junto a la emprendedora de Quinta Normal que ha estado trabajando en cestas de papel este último tiempo, en paralelo con su proyecto Quimeramedia....", "Este dúo dejó de asistir a trabajar a una empresa formal de 8 a 18 hrs para montar la revista de turismo Be Chile....", "Importa productos de belleza bajo el nombre de Biutifruti..." Así empezaría mi crónica en televisión o en el diario si trabajara en alguno de estos medios. Y haría un reportaje, de varios minutos o caracteres según correspondiera.
¡Que ganas de poder reunir a todos mis amigos y amigas que tienen emprendimientos y proyectos propios y entregarles ventanas de difusión! Para que hablar de los destacados artistas que tengo la  fortuna de conocer.
He estado en el génesis de muchas de estas ideas, me siento colaboradora de tantas otras y tengo profunda admiración por todas esas cabezitas locas que no siguen el camino señalizado dando un paso al lado, y muchas veces transitando en paralelo por dos, tres o cuatro vías: las socialmente esperadas, y las que provocan resquemores.
Yo también he emprendido, pero los que me conocen saben que lo mío más bien está en soñar mucho y repensar el mundo sin muchas veces concretar los proyectos que se vienen a mi cabeza a 4500 km/hr.
El sábado caminaba por una estación de metro de Santiago y pensaba en cómo mapear todas las estaciones de metro conociendo la población discapacitada que transita por ahí y poder concretar ascensores y otros servicios para este grupo de personas que tienen el derecho a usar los servicios que ofrece la gran capital.
También se me ocurre crear un equipo de profesores de lenguajes de señas que asistan a diversas universidades a dictar cátedra junto al profesor a cargo del ramo, apoyando así el aprendizaje de sordos mudos.
¿Qué pasaría si incluyéramos en Biblioredes profesores de idiomas para poder conectarse con el mundo?, o quizás abrir un llamado a profesionales de diversas áreas a plantear soluciones y programas frente a la situación de Palestina e Israel, esta guerra que no da tregua y no solo mata personas, sino ideas, emprendimientos, proyectos, sueños...sobre todo sueños de un futuro.

Quisiera hablar de mi amiga de Quinta Normal que muchas veces la critico, desde un lado maternal siempre, porque quisiera que se abocara a 1 solo proyecto (lo que habla muy mal de mí, que desde mi estructura cuadrada le corto sus alas). O contarles de Marwa una profesional del mundo árabe, que tiene un estudio de danza y se va a perfeccionar a Inglaterra. También podría relatarles las historias que hay detrás del doc. Mostrarles en un gráfico las horas invertidas de las amigas (dúo dinámico) de Be Chile, y los altos estándares a los que aspiran. ¿Y si los llevo a probar los productos de BiutiFruti que ofrece mi querida Pauli?. Orgullo traspasarles la pasión y profesionalismo que hay en el baile de Raúl y sus compañeros de danza. Se asombrarían de todos los buenos proyectos que ha realizado Bono. Y convertirían a Nómada Hostal en su alojamiento favorito en Valparaíso si les hablara de Dani....tengo tantas buenas historias que compartirles y que difundir.

Creo fervientemente (y eso que hay poco de fanatismo en mi vida en general) que si somos afortunados de compartir con personas emprendedoras, visionarias, y con sus sentidos latiendo al 100% observando macro y microrealidades, tenemos el deber de apoyar, difundir, hablar de ellos, preguntarles cómo van, ofrecer nuestro aporte, observarlos casi en silencio por un momento para admirar su arte y aprender.

Gracias Gery, Karen, Dani, Pauli, Marwa, Sergio, Raúl, Marioli, Antonella, Gaby, Carol, Muni, Bono, Dani, y tantísimos otros admirados. Ésta va por ustedes!


miércoles, 16 de julio de 2014

Cada minuto de desconexión


Es paradójico escribir sobre la desconexión mientras ocupo Internet, que me ofrece la plataforma Blog,y la cual ocupo tecleando desde mi notebook.
Sí, me gustan los tiempos actuales: de editoriales democráticas en 140 caracteres; arte de otros pineado en Pinterest (sí, hay muchos verbos hoy creados a partir de redes sociales y los usaré en este texto); galerías de imágenes en un álbum virtual que recibe 40 "me gusta" en Facebook; el tracklist de la música que yo quiero escuchar subido a mi 8tracks; y tantas otras oportunidades abiertas de lienzos blancos en Internet para ser llenados por nuestro pensar y quehacer diario.
Disfruto leer los diarios online, pasear por museos que no tendré la oportunidad de recorrer físicamente y soñar con que tendré algún día el look rockero de una figura mundial que sigo en Instagram.
Pero pensar en el paseo a la laguna grande cerca de la casa de mi hermana, mientras traspasa la humedad del pasto mis zapatillas hasta casi alcanzar mis calcetines lo prefiero mil veces.
También añoro la parrilla con longanizas que de vez en cuando se enciende a nivel 6 en el balcón de algún amigo. Otras veces, me gusta caminar desde el trabajo a la casa haciendo de este trayecto una caminata salvaje. Hay días en que recuerdo el ritual, que por un segundo hice diariamente en Torres del Paine, de mirar el cielo y absorber la inmensidad , y así nunca olvidar lo maravilloso de la naturaleza.
Sé que estás conectado en este momento, lo sé por tu doble click en WathsApp, por tu comentario número 3 en mi posteo de Facebook, o tu retuit del link que publiqué hace dos segundos en mi cuenta @microrealidades.
Ya no lo sé porque me miraste tan atentamente que pude ver tus pupilas crecer. No sé si escuchaste lo que dije porque me contrapreguntaste y moviste tus labios para opinar. Quizás estás acá, o quizás estás sólo ocupando un lugar en el espacio pero tus 5 sentidos están sumergidos, y como un zombie, en las redes sociales.
No pretendo engrosar los miles de alegatos (que hay en tu muro de Facebook, o como respuesta en tu Tumblr a una de tus entradas) sobre la generación actual y su manera de conexión con la no realidad. Ni tampoco ansío dejar de estar en esas redes. Pero quizás también quiero escucharlos/as por teléfono. Sentir que hay tiempo offline que podemos compartir sintiendo en nuestros rostros el frío de la tarde de invierno, el olor a café recién servido de la mesa del lado y usando las manos para explicar la aventura que vivimos el otro día paseando junto a alguien por una calle cercana a nuestra casa, de pasada a comprar el pan francés recién horneado del minimarket de barrio "Don Pepo".
Es paradójico y complejo hablar de la desconexión estando detrás de la pantalla con luz artificial de mi notebook y querer que cada minuto de desconexión se transforme en una hora, un día o meses para disfrutar de lo que pasa tras la red (anti) social.

martes, 13 de mayo de 2014

La Rabia


Que peor sensación que sentir rabia. Hay tantas y tan diversas manifestacones: los gritos, la violencis, el llanto, la ausencia, la ironía...pero sin duda lo físico es lo más complejo.
Suele iniciarse con una descarga energética muy grande, que pareciera que fueras a explotar con el calor que emana tu cuerpo. Sigue con una molestia en el estómago, como pesadez y puede continuar subiendo por tu pecho oprimiéndolo hasta llegar a la garganta y generarte falta de respiración.

Creo que lo peor si sucede en tu cerebro. Cuando empiezas a desglosar los componentes de esas rabias. Las rabias ajenas conducen a culpas a entregar a otros y la imposibilidad de hacer algo al respecto. Las rabias propias, conducen a los cuestionamientos a las responsabilidades y a teñir todo con esa rabia que te inmoviliza, y carcome todo a su paso.

Hay rabias universales, frente a la injusticia y lo que le pasa a tu prójimo.
Durante estos días he acumulado de todas estas, y aunque trato de engañarla, de desviarme de su camino, la rabia se preocupa de volver a aparecer. Como el dolor de cólon, o una jaqueca.

Me da rabia la impunidad. Hay situaciones de aprovechamiento del más dévil donde el abusador ni recibe castigo alguno. Y aquí está uno reflexionando por ellos, haciendo catarsis cuando ellos deberían estar en juicio. En lo cotidiano, miles de situaciones exponen a los débiles y ofrecen escenarios ganadores e impunes a los abusadores. Circuítos muy difíciles de romper, muchas veces históricos como una larga batalla donde el más fuerte siempre triunfa.
En el trabajo, autoridades que hacen uso de su jerarquía hostigan laboralmente a sus colegas. No hay forma de ir contra la corriente y se transforman en relaciones de desventaja, sucias y manoseadas.

En lo personal, asumir responsabilidades ajenas y no cumplir con las propias, frusta. Consigue que la cabeza se cuestione todo! Aumenta la autoexigencia y hace sentir "tonto", que es tan incómodo. Produce inestabilidad, replantearse por enésima vez "no debo ser responsable de los demás" y tratar de acuñar la consigna "no es mi problema".

Salir de la rabia es trabajoso y echarla para afuera a veces hace que te ganes gratuítamente el alejamiento de quienes te rodean. Pero hay que espantarla, dejarla ir para que no nos gane, para que no se convierta en el peor de los escenarios en un cáncer.
Esta es mi reflexión, desde la rabia.

sábado, 15 de febrero de 2014

Jubilarse


Es difícil cambiar de hábitos: dejar de fumar, tener una mejor alimentación, leer más, dejar de andar en el transporte público por la bicicleta.
Difícil es irse de un lugar que hemos habitado por más de 40 años (lo escribo y me da escalofríos), dejar de recorrer a las 8.30 de la mañana la avenida que caminaste tantas veces de ida y de vuelta, por la misma vereda, fijando tu vista en las mismas cosas que rara vez te sorprendían.
Ahora tenemos tiempo! y suena como un sueño. Tiempo para todo lo que queríamos hacer y por la carga horaria que te mantenía en un solo lugar de 9 a 6 de la tarde no podías hacer. Pero tener tiempo ahora que caminas más despacio, que te cuesta entender cómo funciona la locomoción o la tarjeta bancaria que te rehusaste a usar hasta hace dos meses ya que era un paseo ir a buscar la chequera al banco y encontrarte con tus conocidos contemporáneos...ahora esa palabra retumba con eco en las 4 paredes que habitas.
¿Quién te prepara para "tener tiempo"?. Los espacios de silencio son mayores, las conversaciones melancólicas con la almohada aumentan y los días se hacen largos, aunque los meses y años cada vez son más cortos.
Jubilarse del trabajo, del oficio,de lo que has hecho por más de 40 años es doloroso. Y para los hijos ver que tus padres se quedan fuera del lugar donde estaban más cómodos y brillaban, es también doloroso.
La reflexión de estos días es que los padres en su rol, también se jubilan. Y si lo piensan, cuando pasan a ser abuelos ó, en una situación más tristes, vuelven a ser niños, estan dejando ir "ser padres".
Ya no son los que siempre siempre tienen la razón. No tienen todas las respuestas. La fortaleza de su imagen ya no está, y más que cobijarte en sus brazos sabiendo que nada ni nadie podrá hacerte daño, sientes la necesidad de protegerlos a ellos.
¿Quién te prepara para que tus padres se jubilen? Ó para ver cómo las arrugas comienzan a achicar sus ojitos y a dormirse cada vez que encienden la televisión a eso de las 8 de la tarde... nos queda largo camino por recorrer y con mucha paciencia.

A la doc con inmenso amor.

jueves, 13 de febrero de 2014

Microcuentos: El profe de inglés


"Me levantaba, tomaba la cucharada de aceite de lobos, su pan tostado con mantequilla y listo. Furgón o micro pal liceo, risas, dibujar algo en el cuaderno mientras la profe hablaba y esperar salir a recreo.
Pero cuando sabía que tocaba con el profe de inglés, la mañana empezaba antes. O la entrada al liceo era más tarde, jah.
Es que el loco no te dejaba pasar la puerta de la sala si te veía la barba un poco crecida.... Y qué si eran unos pelos no más.
Me tocó no entrar varias veces, y era una tontera porque perdía la clase por no afeitarme.
Ahí llegaba la inspectora wena onda y le decía que nos dejara entrar. Era la única que lo lograba, jajaja.....Sí, solo cuando tenía clases con el profe de inglés, si me acordaba, me tenía que afeitar"

Problemas light de gente con peso II

1. Comprarse un traje de baño que no es bikini, pero tampoco sea de "vieja" entero y busto armado.

2. Ropa interior que no marque el rollo de la espalda ni el rollo neumático.

3. Encontrar un short de mezclilla que sea lo bastante largo para tapar tus tutos y aún así no sea la bermuda de mamá en paseo de curso.

4. Encontrar una bebida alcohólica rica y barata. Porque la champaña ó siútico espumante es caro vió.

5. Encontrar un snack que te de energía después del gimnasio pero que sea tan rico como el "snicker".

6. Que tu mamá sureña entienda que "no te ves linda", "no estas más delgada" cada vez que te ve y pueda entregarte cariño pero sin comida :/

7. Encontrar ropa sexy que te quede, ya que toda viene en esa maldita talla única.

8. Ir a Patronatos con tus amigas y no ser la que sólo da las opiniones "te queda súper" o la que carga las bolsas mientras ellas se prueban.

jueves, 16 de enero de 2014

Problemas light de gente con peso

I
Ir como equeco al trabajo, a la casa de tu abuela, a la once donde tus amigas. Llevar porciones en distintos potes contigo hace que la carga se haga pesada.

Contar con un set de potes de tamaños pequeños, medianos, grandes, con secciones, con tapa resistente y contra derrame.

Tener una pesa exacta, que funcione y que no te engañe. Si no está calibrada hay que sumar 3 kilos o restar 4,5. Pero en la tarde puede que tengas líquido acumulado o si te llegó tu periodo quizás marca más.

Conocer más de tres verduras verdes. Tenemos la lechuga,el pepino, el repollo.....y eeeeh.... la lechuga escarola, lechuga hidropónica