viernes, 9 de agosto de 2013

No es el orginal



Socializando hoy sin pudores, y sin los prejuicios de la niñez, debo confesar que "Yo no tuve el original cuando niña". Efectivamente, soy de ese grupo humillado por no tener la plasticina Jovi Rhein, triangular y de colores vivos. A cambio, mamá me comparaba la circular, de colores oscuros como burdeo, plomo, verde botella, que se pegaba en los dedos y se volvía una masa sin forma.

Pedí a mis 8 años un Popple, y recibí un prendedor de este dibujo animado. A los 9, quise que el vejito pascuero me trajera un  My Litlle Pony, y al parecer no entendió y me regaló un bolso que tenía dibujado este caballo y como gran gracia tenia la cola con cabello para peinar. Imagínense lo looser que me veía jugando con un bolso a peinar al little pony!.

Luego vinieron los Cariñositos, Rainbow Brite, Frutillita y una serie de otros monos, lápices, barbies, dondo tan redondo, etc etc etc. Pero nunca llegó el producto original que Otto Kraus promocionaba en la televisión a color de perilla, o que ofrecía  Rochet el Castillo del Juguete.

Eran otros tiempos. Los padres hacían esfuerzos para tener regalos en navidad, sumando al discurso navideño que acompañaba la apertura de cada presente:  un relato emocionante de los regalos que recibían ellos (un plátano, una cereza, un hilo para bordar) y el valor que teníamos que darle a lo que compartíamos esa noche en casa. Palabras que en ese entonces sonaban a la voz de la profesora de Snoopy, pero que hoy de seguro quienes son padres la repiten o les hace sentido.

Yo fui de la generación donde tener panty L'eggs en huevito era lo máximo, y la compañera que llegaba con ellas era admirada. Tiempos en que el que tenía una caja de lápices Paper Mater mágicos y fosforescentes, se convertía en el popular de la clase. Días en que coleccionar esquelas evidenciaba tu feminidad, y jugar con guaguas en coche hacía creer a las madres que algún día estaríamos preparadas para ser mamás, y les entregaríamos nietos (ja!)

Pero a pesar de no haber tenido el original, de no conseguir que me regalaran la máquina para hacer palomitas o algodón dulce, y soñar con tener la muñeca Rosalba para ponerle mis vestidos y peinarla, sí disfrute de jugar a la panty o al elástico, la matanza, o la botellita envenená y compartí con un grupo de niñ@s que me prestaba sus originales, para disfrutar aunque sea por esa hora de juegos en casa ajena, de aquellos productos que mis padres no podían comprarme.







viernes, 2 de agosto de 2013

El abandono de las cosas



La zapatería del barrio, sí sr. sra., esa que está a la vuelta de su casa, esa de paredes sucias, vitrina estancada en los 80s y con cajoncitos donde las señoras con tubos esperan escondiendo sus pies con pantimedias por sus renovados zapatos de gamuza, esa tiene historias escondidas...Historias que esconden sentimientos de abandono.

Hay una repisa al final del local con mucho zapatos (pares o impares) que miran hacia la puerta del negocio esperando, con cierta esperanza, a que sus dueños lleguen por ellos. Están abandonados. Aunque tengan sus tapillas nuevas, el polvo de la zapatería los ensucio nuevamente. No están lustrosos, no están en los pies de alguien.

¿Cuántas veces han dejado abandonado un par de zapatos? Ellos conversan, se miran y sacuden sus tacos comentando la humillación de haberse quedado olvidados en un local desconocido donde muchos llegan por días y regresan a sus closet...los menos afortunados habitan por siglos ahí, en la repisa de la deshonra.

La lavandería es otro lugar de abandono constante. Plumones floreados, acolchados de 1 plaza, más cuicos de plumas, mueren asfixiados en bolsas plásticas que esperan ser abiertas al llegar al hogar...pero eso nunca sucede. Largos abrigos, pantalones, camisas, faldas y hasta trajes de fiesta quedan reunidos en colgadores de los que nunca serán descolgados. "¿Crees que vendrán por ti mañana?"- "Sí, mi dueño me necesita. Lo escuché decir que necesitaba renovarme y quedaría lista la tenida para la fiesta"- "Mmm, aún tienes esperanzas y sueño por lo que escucho"...Estas son las conversaciones que tienen diariamente para pasar el tiempo entre planchas de vapor, lavadoras industriales, bolsas, ropa sucia recién traída y conversaciones de señoras con delantal blanco y manos grandotas con callos.

Las casas de l@s ex, de los prim@s, los departamentos de la playa, también son lugares donde las prendas de ropa, cds, libros, anteojos, colet, carteras, joyas quedan desparramadas sin volver a su lugar de origen. Quizás tengan mejor destino, quizás un nuevo dueño los tome y los lleve a viajar o a vivir historias más interesantes que las ya vividas.

¿Qué piensan las cosas abandonadas? ¿Sufre el paraguas abandonado en la calle en medio de la lluvia con sus bastones quebrados? ¿Querrá salir de la zapatería ese par de mocasines fuera de moda?...

 Este corto de Pixar me avala