jueves, 18 de octubre de 2012

Me gusta el rubor


Es cierto, está de moda y volvió para quedarse. En formato compacto o polvos, el rubor ha dado vida a tantas abuelitas (hasta a gente muerte cuando la maquillan para el último adiós) y hoy ilumina los pómulos - o trata de marcarlos a aquellas más redonditas de cara- de mujeres altas y bajas, rubias y morochas, flacas y gordas.

Me gusta. Es ese toque que te da como glamour, y si lo acompañamos de labios rojos, díganme si no les da personalidad y carácter a muchas de nosotras que caminamos un poco encorvadas y sin mucha gracia por los paseos peatonales?

En ocasiones, nos ha sacado de apuros: palidez extrema producto de baja de presión, dolor menstrual, pena, o falta de aire playero; disimular la vergüenza frente a una situación incómoda; o el "acaloramiento" frente a un hombre guapo que nos hace sacar a flote nuestros bajos instintos.

Adele, lo ha sabido usar de maravilla, porque hay que decirlo  -y espero que las pocas mujeres que leen este humilde blog tomen en cuenta este consejo- aunque sea moda, si no te ves bien frente al espejo o tu mejor amiga te dice "te queda bien, pero yo no lo usaría" hay que desistir.


lunes, 1 de octubre de 2012

Perder y ganar



Cuando muere un familiar, vives un duelo (dolor) que puede durar años, o quizás solo meses dependiendo de factores como la cercanía a esa persona, las características del fallecimiento, la capacidad para entender la vida y la muerte, si eres religioso, en fin.

Nadie está muy preparado: no es algo que se te enseñe, no es una experiencia que te la cuenten- porque la vives siempre de forma distinta-, no hay un tutorial en youtube, ni libro de Pilar Sordo que sirva.

Finalmente pasa el tiempo y el no encontrarte físicamente con la mirada de ese alguien, olvidar su aroma, no escuchar ya el tono de su voz, hace que su recuerdo pase al alma o al corazón o a algún lugar profundo que no necesita de esta realidad palpable y tangible para generar el sentimiento que se tenía frente a ese ser.

¿Pero qué pasa cuando tú, conscientemente, decides dar muerte a un familiar? Tomar la decisión de borrarlo del mapa, de sacarlo de tus pensamientos diarios, de olvidar todo de él: su nombre, su estampa, cómo era contigo.

Lo primero, es que las causas por las que lo mataste en vida pueden ser tan fuertes que al asumir esta decisión, ganas. Ganas en tranquilidad, en olvidarte y ya no hacerte cargo de lo que pasaba con esa persona, en definitiva te sacas un peso de encima, y vuelves a nacer en cierto sentido. Re vives y te fortaleces.

Pero estas perdiendo a esa persona y no hay vuelta atrás. Lo verás, y no lo reconocerás. Te hablará, y no lo escucharás; pedirá ayuda, que reconcideres tu decisión, hará las mismas promesas de siempre, pero tú no cambiarás de parecer...Y sabes que este camino es sin retorno.

A veces- sólo a veces- aunque muchos no te entiendan, aunque te cuestionen, aunque crean que eres el ser más egoísta, aunque traten de cambiar tu decisión, aunque sufras por un tiempo el duelo, aunque todos los días trates de recordar cómo era la textura de sus manos, o trates de escuchar nuevamente las carcajadas que alguna vez los unieron...es mejor ganar...o por lo menos yo lo prefiero.