martes, 13 de mayo de 2014

La Rabia


Que peor sensación que sentir rabia. Hay tantas y tan diversas manifestacones: los gritos, la violencis, el llanto, la ausencia, la ironía...pero sin duda lo físico es lo más complejo.
Suele iniciarse con una descarga energética muy grande, que pareciera que fueras a explotar con el calor que emana tu cuerpo. Sigue con una molestia en el estómago, como pesadez y puede continuar subiendo por tu pecho oprimiéndolo hasta llegar a la garganta y generarte falta de respiración.

Creo que lo peor si sucede en tu cerebro. Cuando empiezas a desglosar los componentes de esas rabias. Las rabias ajenas conducen a culpas a entregar a otros y la imposibilidad de hacer algo al respecto. Las rabias propias, conducen a los cuestionamientos a las responsabilidades y a teñir todo con esa rabia que te inmoviliza, y carcome todo a su paso.

Hay rabias universales, frente a la injusticia y lo que le pasa a tu prójimo.
Durante estos días he acumulado de todas estas, y aunque trato de engañarla, de desviarme de su camino, la rabia se preocupa de volver a aparecer. Como el dolor de cólon, o una jaqueca.

Me da rabia la impunidad. Hay situaciones de aprovechamiento del más dévil donde el abusador ni recibe castigo alguno. Y aquí está uno reflexionando por ellos, haciendo catarsis cuando ellos deberían estar en juicio. En lo cotidiano, miles de situaciones exponen a los débiles y ofrecen escenarios ganadores e impunes a los abusadores. Circuítos muy difíciles de romper, muchas veces históricos como una larga batalla donde el más fuerte siempre triunfa.
En el trabajo, autoridades que hacen uso de su jerarquía hostigan laboralmente a sus colegas. No hay forma de ir contra la corriente y se transforman en relaciones de desventaja, sucias y manoseadas.

En lo personal, asumir responsabilidades ajenas y no cumplir con las propias, frusta. Consigue que la cabeza se cuestione todo! Aumenta la autoexigencia y hace sentir "tonto", que es tan incómodo. Produce inestabilidad, replantearse por enésima vez "no debo ser responsable de los demás" y tratar de acuñar la consigna "no es mi problema".

Salir de la rabia es trabajoso y echarla para afuera a veces hace que te ganes gratuítamente el alejamiento de quienes te rodean. Pero hay que espantarla, dejarla ir para que no nos gane, para que no se convierta en el peor de los escenarios en un cáncer.
Esta es mi reflexión, desde la rabia.