Quizás tu cuerpo liviano y paso ligero te hacen danzar por los contextos y lugares sin prisa aparente.
Observas, te ríes, conversas... y ya comienza tu marcha de nuevo.
Nuestras conversaciones partieron en aulas de periodismo en Conce, en depas de la Remodelación Paicaví, en la torre 10 de San Borja. Y siguieron en Pataguas, Córdoba y hasta New York.
Tú te vas, yo me quedo. Tú siempre te vas, yo siempre me quedo.
Quizás tu pasada veloz por calles, casi sin ver semáforos y autos, te hacen conocer más rápido los lugares que habitas, aburriéndote pronto de los paisajes oloros/sonoros.
Opinante observante en colores café, rojizos, azules. Se suman otros tonos en tus lanas de invierno. Ese invierno que te pone a tejer más, a leer más, a viajar más, a soñar más.
Tú te vas, yo me quedo. Tú siempre te vas, yo siempre me quedo.
Quizás por eso los abrazos son más apretados últimamente, y las conversaciones suman a mi Mati, que también ahora es tu Mati.
Quiero que nos reúna siempre:
un buen vino,
un concierto,
una salsa hecha por ti- en tus frascos queridos- ,
una escapada de la ciudad,
un llamado de esos sin razón que no entiendes,
un mensaje,
una conversación estúpida donde "creemos" que matamos a un famoso,
un abrazo de esos apretados que me gustan y que has aprendido a dar.