miércoles, 18 de diciembre de 2013

El gran vals (o el placer de volar)


Cuando niña la doc nos decía "mi sueño es ir a Europa con ustedes...Algún día todo el trabajo realizado ayudará a que viajemos junt@s" Y así fue. El sueño se cumplió y viajamos sin itinerarios bien definidos, ni tours, ni rutas marcadas en los mapas de turistas...y todo lo visto, olido, degustado, respirado, vivido...sobrepasó mis expectativas.

Volar es como un gran vals. La preparación para despegar, es el pedido de la mano del bailarín a la dama que espera sentada con su vestido pomposo, es el coqueteo y la entrega de confianza. Que momento lleno de emociones y sensaciones en el estómago!
El despegue es el primer paso de baile. Es el inicio de la danza en las nubes, comenzar a dar los giros elegantes, con los brazos extendidos y pies en punta. Hay que dejarse llevar y entregarse a los compases de la música.
Ya el vuelo, es llevar el paso, como si hubiéramos nacido danzando. ¡Qué sensación! De cero control, de dejarse llevar a un destino mejor que el lugar desde donde partimos, entrega absoluta en los brazos de tu bailarín.
Y aterrizar es la sensación de que el vals termina, donde los pasos finales son decisivos y puede ser suave y elegante; o quizás atarantado y torpe por la adrenalina de llegar a destino.

Volar y viajar en libertad. Esa libertad de desconocer donde llegaremos, donde lo que escuchamos no hace sentido en nuestra forma de lenguaje y lo que vemos nos asombra al punto de fotografiar cada esquina, calle y cartel que pasa frente a nuestros ojos de pupilas dilatadas.

El placer de la libertad, de saber que todo se inicia con un gran vals.