MicroRealidades
martes, 12 de marzo de 2019
Entero pegao
Hace ya varios meses leí en Facebook que Lucybell estrenaba el documental de su disco más emblemático "Peces". Desde ahí, acotadas repercusiones: un par de entrevistas, notas que llenan espacios en medios alternativos, fotos de Carlos Moena y Claudio Valenzuela. Le siguió el anunció de regreso de la banda nacional Jirafa Ardiendo, la Rue Morgue, y Kudai...realidades inmersas en las promociones de Saiko celebra x años en Club Chocolate, Sinergia gira por festivales locales, y las ya frases radiales que escuchamos desde el 2000 en la rock & pop o la Bio Bío. Entero pegao!
Y parece que la nostalgia musical no es lo mío, o solo llego al punto de compartir un video noventero en mis redes sociales y tararear, de vez en cuando, "Me miras, te miro. Te ves tan lindo de perfil..." (lo leíste cantando también? ja!) cuando la escucho en el programa de radio de Julio César Rodríguez.
Hay tanta tanta música, para un mercado tan pequeño como el nuestro, no? Entonces nos ubicamos desde la verdad que hay que estar en los medios masivos para que te escuchen, vean, si no, no pasa mucho y desde ahí el infinito de frases hechas:
- no todos tienen Internet
- no todos están en RRSS
- hay que estar en la radio, la tele y el diario para que lleguen al concierto (-inserte el lamento preferido de la escena musical-)
Y puedo contestarles que no todos escuchan radio hoy, o ven la tele abierta o leen el diario impreso y que aparecer en estos medios no asegura nada. Esa repetición incansable de planes de promoción desgatados en medios tradicionales, la dinámica de proponerle el tema a un director, periodista, productor de un medio y que no te conteste, y volver a escribir, llamar - y repetir esta frase como un buen coro de one-hit wonder- para finalmente conseguir un espacio penca, me agota y me aburre. Siento que hoy no hay excusas para crear y planear nuevas estrategias, abordar otras formas de "ponerse en vitrina", también para demostrar crecimiento en la propuesta musical, avances, innovación, flexibilidad, novedad. Osea sí hay clásicos, ¡pero hablemos de clásicos ! no de bandas que siempre están ahí, marcando el paso, una y otra vez y que se convierten en parte del entorno, como el calendario del 2016 que tus papás aun tienen colgado en la puerta de la cocina o el adorno de navidad empolvado que se quedó en la mesa de arrimo desde hace ya cuatro años.
En lo personal, no me gusta Camila Gallardo, Mon Laferte, Benjamín Walker pero si veo con atención como proponen nuevas formas, y se atreven a innovar desde las temáticas que hoy importan: ser accesibles, inclusivos, estar no solo en los medios formales...Y tantos otros que están haciendo las cosas bien con calidad, con discurso, y no solo llenando los mismos espacios con los mismos mensajes y, a veces, con las mismas canciones en el Club Chocolate, La Batuta, El Clan. Y ojo que los "under" no se quedan fuera de estar enteros de pegaos con el concierto en el Teatro El Puente con los mismo invitados de toda la vida acompañando en el piano.
jueves, 6 de julio de 2017
Ahí vas
Quizás tu cuerpo liviano y paso ligero te hacen danzar por los contextos y lugares sin prisa aparente.
Observas, te ríes, conversas... y ya comienza tu marcha de nuevo.
Nuestras conversaciones partieron en aulas de periodismo en Conce, en depas de la Remodelación Paicaví, en la torre 10 de San Borja. Y siguieron en Pataguas, Córdoba y hasta New York.
Tú te vas, yo me quedo. Tú siempre te vas, yo siempre me quedo.
Quizás tu pasada veloz por calles, casi sin ver semáforos y autos, te hacen conocer más rápido los lugares que habitas, aburriéndote pronto de los paisajes oloros/sonoros.
Opinante observante en colores café, rojizos, azules. Se suman otros tonos en tus lanas de invierno. Ese invierno que te pone a tejer más, a leer más, a viajar más, a soñar más.
Tú te vas, yo me quedo. Tú siempre te vas, yo siempre me quedo.
Quizás por eso los abrazos son más apretados últimamente, y las conversaciones suman a mi Mati, que también ahora es tu Mati.
Quiero que nos reúna siempre:
un buen vino,
un concierto,
una salsa hecha por ti- en tus frascos queridos- ,
una escapada de la ciudad,
un llamado de esos sin razón que no entiendes,
un mensaje,
una conversación estúpida donde "creemos" que matamos a un famoso,
un abrazo de esos apretados que me gustan y que has aprendido a dar.
jueves, 11 de mayo de 2017
Cardumen
De Conce, 33 años - al momento de esta microrealidad, por cierto-, de caminar rápido y braceo amplio, sola o acompañada. Amigos, cerveza, vino o piscola, papas fritas, un concierto o una película. Bueno...ya va...también ansiosa, emotiva, sensible, carcajadas, groserías, lágrimas, ausencias.
Con el caminar rápido y braceo amplio, un día viendo imágenes y gráficas me encontré con estos peces, todos juntos y revueltos y aún así funcionando. No vengo del "achoclonamiento", ni la mesa Té Club, ni los domingos de sobremesa. Ni de las vacaciones con los primos, las fiestas de fin de año con los tíos en Valparaíso, ni los recuerdos en la cocina con los abuelos.
Pero en enero del 2015 empecé la vida con el Pelao...la vida en conjunto, esa de acostarse y despertarse. Esa en que los sábados y domingo se cocina en casa. De comprar colchón, sábanas, cubrecama y almohadas. De secarse a veces con la misma toalla o usar las pantuflas del otro... sí, aunque a mi me queden grandes, y a él no le quede bien el morado con puntos blancos.
Entonces entendí el cardumen. Y empecé a navegar en aguas tibiecitas, podía ver claramente el fondo del mar, con mareas y momentos vertiginosos, para luego recibir una llovizna que calma. Todos juntos por elección mutua. Y viviendo el cardumen, recibiendo a nuevas personas y familia en mi familia- y pensando y pensando en esta idea de cardumen-llegó la esperada, la niña, la tantas veces nombrada- en caminatas por calle Lira de domingos al medio día- la Crespa.
Sin entrar en palabras redundantes y cargadas excesivamente de belleza- y los típicos lugares comunes inevitables al hablar de ella- Crespa se sumó al cardumen y se pegó a mi guata y a los brazos de Pelao y empezó la travesía con nosotros. Hay días en que se aleja y nos mira desde su isla de juguetes y travesuras....pero otros se apega y nos alumbra el camino con sus ojos que todo lo saben, que todo lo entienden, que todo aman.
23 de abril y venías en camino, y hoy 1 año y dos meses, te celebramos y seguimos juntos y revueltos y aún así funcionando, en el cardumen.
Pero en enero del 2015 empecé la vida con el Pelao...la vida en conjunto, esa de acostarse y despertarse. Esa en que los sábados y domingo se cocina en casa. De comprar colchón, sábanas, cubrecama y almohadas. De secarse a veces con la misma toalla o usar las pantuflas del otro... sí, aunque a mi me queden grandes, y a él no le quede bien el morado con puntos blancos.
Entonces entendí el cardumen. Y empecé a navegar en aguas tibiecitas, podía ver claramente el fondo del mar, con mareas y momentos vertiginosos, para luego recibir una llovizna que calma. Todos juntos por elección mutua. Y viviendo el cardumen, recibiendo a nuevas personas y familia en mi familia- y pensando y pensando en esta idea de cardumen-llegó la esperada, la niña, la tantas veces nombrada- en caminatas por calle Lira de domingos al medio día- la Crespa.
Sin entrar en palabras redundantes y cargadas excesivamente de belleza- y los típicos lugares comunes inevitables al hablar de ella- Crespa se sumó al cardumen y se pegó a mi guata y a los brazos de Pelao y empezó la travesía con nosotros. Hay días en que se aleja y nos mira desde su isla de juguetes y travesuras....pero otros se apega y nos alumbra el camino con sus ojos que todo lo saben, que todo lo entienden, que todo aman.
23 de abril y venías en camino, y hoy 1 año y dos meses, te celebramos y seguimos juntos y revueltos y aún así funcionando, en el cardumen.
"Hace unos tres meses ando
pegada con la idea de cardumen.
Tengo que escribir de este tema!!"Instagram, 23 de abril, 2015.
martes, 23 de diciembre de 2014
Mirando a mi madre
Estás sentada en la cama y pintas
mandalas. Te ves más delgada que el mes pasado, con más líneas de expresión que
ayer, y más acurrucada que cuando te vi en la mañana.
Estás sentada en la cama de dos
plazas que siempre has compartido conmigo o con mis hermanos mayores. Sentada
siendo mamá, sin saber cómo iniciar tu vida de jubilada. Sé que estás tratando
de disfrutar de cosas simples como tu curso de baile entretenido, pasear y
jugar con Rorro, probar recetas en la cocina, ese lugar que antes nunca
ocupaste.
Has sido hija, mamá y profesional
estos 66 años de vida. Tu placer máximo y egoísmo extremo es comerte un trozo
de chocolate a escondidas. Todo, todo, ha sido para tu familia:tu mamá, nosotros tres y tus
alumnos y colegas de la universidad.
Sé que quisiste amar con locura,
porque veo la pasión en tu trabajo y en cómo te esmeras en preparar todo cuando
voy a visitarte a tu casa en Concepción. Quizás cuantos hombres te buscaron, y
decidiste negarte a esas miradas y piropos. Porque debes saber que eres bella,
aunque tú no lo veas.
Tú te miras al espejo y ves tus
canas, te fijas si tus lunares aumentaron de tamaño, repasas con crema el
contorno de tus ojos y, si tienes un evento especial, colocas un poco de brillo
sin color en tus labios. Nunca te has maquillado y siempre tratas de usar joyas
muy pequeñas que no llamen la atención. Pero aunque trates de pasar
desapercibida y querer que nadie te mire en la calle, debes saber que
deslumbras.
Tienes luz en tus ojos verdes, y
aunque hayas cortado tus pestañas cuando pequeña, tu mirada destaca del común
de la gente. Eres femenina en tus detalles y curvas. Esas curvas que no
potencias y que ocultas con blusas que usas siempre con una camiseta debajo,
para que no se vea la “rayita” donde se juntan tus senos. Proyectas
hermosura y sumado a tu personalidad conquistas a quienes te conocen.
Sé que hubieras querido que permaneciéramos juntos como familia los cinco:
mi papá, mis tres hermanos, y tú. Porque veo como disfrutas los paseos con
otras familias amigas, cuánto te gustaba enviar las tarjetas de navidad con los
apellidos de papá y de ti. ¡Y las ganas con que preparabas los almuerzos del
día sábado, esos fines de semana en que llegaba a nuestra casa en Concepción mi
papá! Pero lo que has hecho como mamá ha sido perfecto.
Sé que sientes culpa. Culpa por haberte separado, culpa por haber trabajado
tanto, culpa por que mi hermano no haya seguido un camino más tradicional,
culpa porque mi hermana o yo no estemos aún casadas y con hijos. No quiero que
te siga consumiendo ese sentimiento. Porque si pudiera enumerarte en este texto
cada acierto que tuviste durante estos años, entenderías que nos has convertido
en personas trabajadoras, leales a nuestros amigos, que disfrutan de las cosas
simples, que cuando aman a alguien se dan por completo, y tantas otras virtudes
que reconozco en mis hermanos y en mí, y que, sin duda alguna, son heredadas de
ti.
Estas sentada en la cama y pintas mandalas. Te miro y veo a una mujer
madura, bella, que deseo con todo mi corazón que disfrute hoy de la vida que
queda, de los cumpleaños sorpresas, los zapatos Gacel que te regaló mi hermana,
el concierto al que te invité cuando visitaste Santiago, los abrazos y los te
quiero que tus hijos diariamente te entregan, tratando de hacerte ver la
excelente mamá que ha sido y que sigues siendo, y la profunda admiración como
mujer que te tenemos.
miércoles, 12 de noviembre de 2014
"El León" no llegó solo
Era viernes 14 de abril del 2000 cuando nos enteramos que mi
papá había fallecido. Fue operado en Punta Arenas, donde vivía hacía unos 6 años, de un
tumor en el riñón. Pero al entrar a pabellón, los médicos descubrieron que
había metástasis, palabra que aprendí a los 17 años, edad que tenía ese 14 de abril.
La pena más grande era saber que había muerto solo, en una
ciudad a kilómetros de distancia, con nadie de nosotros- 3 hijos y una ex esposa- ahí a su lado. No hubo
despedidas, ni un beso en la frente, ni un apretón de su mano antes de entrar a la sala de operación.
Pero para nuestra sorpresa, mi padre no estaba solo. El día
que mi madre fue a recibir el cuerpo de mi papá junto a mi hermano al
aeropuerto de Concepción, recibió además a Teresa, quien se presentó como su pareja.
Teresa era todo lo opuesto a mi mamá: una mujer robusta, de
pelo teñido rojo, voz ronca, fumadora, habladora, estado protagonista. Ella era quien
traía a mi padre de vuelta a su familia, y la única que sabía qué había pensado
o sentido antes de entrar a pabellón. Estaba con ventajas, frente a una familia
que, sin estar ausente, no había protagonizado el último día de vida de
Fernando.
Pero nosotros no sabíamos de su existencia, más que como “la
colega” que alguna vez había mencionado mi papá. Si bien mis padres llevaban
separados más de 12 años, nunca nos presentaron otras parejas.
Yo tenía tantas preguntas que hacer, pero no tan solo a
Teresa, sino a mi padre y era tan injusto porque sólo teníamos su verdad, de esa mujer imponente que llegaba junto al ataúd desde Punta Arenas. Y
tampoco era el momento para sentarla e interrogarla, ella también estaba
sufriendo.
Sólo mi mamá y mi hermano mayor la habían visto, y yo no
quería conocerla. Tenía curiosidad pero me molestaba sobremanera que mi papá no
me hubiera contado de ella. Sentía que no correspondía que estuviera en el
funeral de él, que ella no era parte de nuestra familia. Sabía que estaba
siendo egoísta, pero quería que ese momento fuera mío con mi papá y de nadie
más.
Me molestaba que la complicidad que alguna vez sentí con mi padre no fuera tal, ya que no había compartido conmigo que tenía una polola. Me molestaba que también hubiera sido de ella, y que supiera quizás más de él que yo.
La vi en el funeral, y cuando el cura nos pidió a mis dos
hermanos, a mamá y a mí bendecir el ataúd, sentí que ella nos miraba seria, sin llanto ni pena, como con cierta envidia. Mi mamá la
invitó también a bendecir el cuerpo de mi papá, y fue en ese momento que
entendí que ella también sentía pena y que quizás quería llorar, que estaba en
un lugar ajeno, con personas desconocidas que la miraban como una mujer
desconocida.
Mi mamá me comentó que el día que la conoció, ella le dijo que llamaba a
mi padre “León”, y como yo me propuse escribirle un discurso de despedida a mi
papá, quise incluirla, como un signo de reconocimiento. Ese mismo viernes 14 de abril redacté mi despedida, y ahí comencé a valorar su rol de pareja con mi papá. Por eso incluí todas las formas en que llamaban a mi viejo, y también "León". Fue mi manera de sumarla en ese momento.
Comprendí que ella quiso a León, desde una vereda distinta a la mía, pero también
se sentía sola este día, y nos unían finalmente más cosas de las que nos
separaban. Esa fue mi reflexión del sábado, mientras velaban a mi padre.
Fue domingo, y después del funeral, Teresa nos acompañó a casa y conversó
con nosotros de las penas y alegrías de León, de lo que le había contado de
cada uno de nosotros, que hacían viajes juntos todos los fines de semana, que tocaba guitarra a los amigos de ambos, de sus miedos antes de operarse, de su petición de que si
le pasaba algo, nos avisara y que su
cuerpo descansara en tierra penquista.
No supe mucho qué decirle, sólo la escuché y sentí que en cada una de sus historias había un
hombre que yo no conocía. Pero ya no importaba quien fuera o no protagonista
de la muerte de mi papá, porque era
momento de reconciliarse con ese viejo "León" que desconocía y que hoy no tenía
enfrente para preguntarle si había querido a Teresa y por qué nunca me habló de
ella.
martes, 11 de noviembre de 2014
Cada uno en su tiempo
Cada uno en su tiempo: quiso, hizo, deshizo, llamó, dejó de hablar, se apestó, sangró, sonrío, cuidó, abrazó, pensó, no durmió, trabajó, viajó, caminó.
martes, 28 de octubre de 2014
Pluma
"Tanto va el cántaro al agua que se quiebra"
Seguir el instinto es arriesgar. Y el riesgo no es precisamente un escenario en el que transito, aunque me ha ido bien apostando por saltar sin red.
La adrenalida de no saber que viene mañana, de recibir sorpresas no calculadas y perder tu control diario, asi como esa (in) sana cotidianidad, quizas cada cierto tiempo es necesario como cuota para sentirse vivo.
La aventura fortifica, asi me han enseñado personas como el doc, quien se atreve a irse a un mundo donde el dolor y la muerte es el desayuno, almuerzo y cena. También lo sé de mi madre, quien por los '80 se fue a Inglaterra a estudiar sin saber ni siquiera decir "hello".
En el espejo de los otros, me veo bien firme a la tierra, como un árbol milenario que muchas veces en sus ramas ofrece seguridad y cobijo. Pero la verdad quisiera más bien ser una pluma, itinerante. Que el viento que la transporta no la haga pasar frío, que al caer en el desierto no me de sed, que cuando alguien me recoja del suelo no tiriten mis pelos desconfianzo de esas manos desconocidas.
De terrenos firmes tampoco sé mucho, aunque muchas veces fanfarroneo seguridad. Una vez el león me regalo una postal ( cada cumpelaños recibía una) y era de un arbol sin hojas, que tenía sus ramas luchando contra el viento. Pero un día parecía había dejado de luchar y tomó la forma de la dirección del viento. Creo que fue su forma de decirme que lo lamentaba por no haberme dado un ambiente de familia tradicional, o quizás queria decirme que me quería a pesar de viento y marea, o también me queria advertir de que frente al tiempo de adversidad uno se acomoda y adapta. Lo cierto es que esa postal me marcó. Lo cierto también es que ya no lo podré averiguar.
Quizás nunca seré realmente una pluma, liviana y bailarina. Quizás logre volar pero con temores y un sin fin de marcas.
Pero sigo creyendo, sigo confiando, sigo queriendo a morir, estando siempre al pie del cañón, y tengo menos miedo. Porque soy fiel a mi, aunque eso a mis espejos- los otros- les parezca ser tonta. Quiero seguir volando y confiar en mi y en el otro es mi motor.
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