lunes, 1 de octubre de 2012

Perder y ganar



Cuando muere un familiar, vives un duelo (dolor) que puede durar años, o quizás solo meses dependiendo de factores como la cercanía a esa persona, las características del fallecimiento, la capacidad para entender la vida y la muerte, si eres religioso, en fin.

Nadie está muy preparado: no es algo que se te enseñe, no es una experiencia que te la cuenten- porque la vives siempre de forma distinta-, no hay un tutorial en youtube, ni libro de Pilar Sordo que sirva.

Finalmente pasa el tiempo y el no encontrarte físicamente con la mirada de ese alguien, olvidar su aroma, no escuchar ya el tono de su voz, hace que su recuerdo pase al alma o al corazón o a algún lugar profundo que no necesita de esta realidad palpable y tangible para generar el sentimiento que se tenía frente a ese ser.

¿Pero qué pasa cuando tú, conscientemente, decides dar muerte a un familiar? Tomar la decisión de borrarlo del mapa, de sacarlo de tus pensamientos diarios, de olvidar todo de él: su nombre, su estampa, cómo era contigo.

Lo primero, es que las causas por las que lo mataste en vida pueden ser tan fuertes que al asumir esta decisión, ganas. Ganas en tranquilidad, en olvidarte y ya no hacerte cargo de lo que pasaba con esa persona, en definitiva te sacas un peso de encima, y vuelves a nacer en cierto sentido. Re vives y te fortaleces.

Pero estas perdiendo a esa persona y no hay vuelta atrás. Lo verás, y no lo reconocerás. Te hablará, y no lo escucharás; pedirá ayuda, que reconcideres tu decisión, hará las mismas promesas de siempre, pero tú no cambiarás de parecer...Y sabes que este camino es sin retorno.

A veces- sólo a veces- aunque muchos no te entiendan, aunque te cuestionen, aunque crean que eres el ser más egoísta, aunque traten de cambiar tu decisión, aunque sufras por un tiempo el duelo, aunque todos los días trates de recordar cómo era la textura de sus manos, o trates de escuchar nuevamente las carcajadas que alguna vez los unieron...es mejor ganar...o por lo menos yo lo prefiero.

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