León me regaló una vez una postal con un árbol: eran sólo ramas, sin hojas e inclinado hacia el lado derecho (o izquierdo según se mire). Se observaba que era añoso, y sus raíces se mantenían firmes en la tierra contra viento y marea. León me dijo que este árbol reflejaba nuestro amor.
Quizás me advertía- sin saberlo- que la foto reflejaba nuestra familia. Somos 3 ( ó 4, aún me lo pregunto), y se suma Helen, mascotas y abuelos semi presentes, semi hincha pelotas, semi ausentes sin rostro. Biológicamente hay primos, tíos, supongo que otros apelativos que desconozco. Y sin la intención de lamentarme, aunque con cierta nostalgia de peliculones italianos familiares como El Padrino, creo que ese árbol pelado de la postal hoy se ha convertido en una alameda frondosa llena de "familia elegida", los amigos.
He conocido de asados, almuerzos familiares, abrazos de marido y mujer, fotografías de gente achoclonada, cumpleaños con tortas para 20 personas que se hacen chicas, navidades con intercambios de regalos que toman horas, discusiones sobre el polol@ nuev@ que involucran a todas las tías, bautizos con encarpado y mesas que reúnen hasta a los bisabuelos, paredes con fotografías antiguas de vacaciones con autos llenos de maletas, cocimiento de humitas, domingo de pantrucadas, y tantas otras manifestaciones gracias a mis amigos.
Me he colado en casas ajenas durmiendo en literas, en campos con el baño afuera de la casa, en fogatas con guitarreo, en matrimonios de familiares de la familia de mis amigos y en silencio observo, me emociono y me deleito con las conversaciones que generan estos grupos humanos, en las risas y a veces peleas tontas.
Puede que no sea fan de muchas expresiones, pero debo asumir mi admiración y quizás fanatismo por las familias y los hogares que conforman mis amig@s. Los que forman junto a sus padres, hermanos y parentela o la que forman junto a sus espos@s e hijos.
Como una secuestradora de emociones, y siempre observadora de microrealidades, disfruto de las inclusiones que me ofrecen mi familia elegida...mis amigos. Y espero un día, formar la famosa mesa té club junto a los míos, los nuestros y los tuyos.
La cotidianeidad y las microrealidades son la base del sentimiento de pertenencia y de identidad...
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