jueves, 5 de agosto de 2010

Duelos que laten



No se conversan, no se analizan, no se comentan.
No tienen pulso, sólo respiran agitados.
No están exactamente fechados, se esperan sin esperanzas.
Nunca se inician, transitan, alojan, te envuelven.
Se lloran pausados, tranquilos, en calma y agonía.
Se viven cada día como si fuera el primero y no el último.
Son lentos, sin tiempos ni horarios, sin estaciones o contingencias.
Se acarician, se abrazan, se aprietan en el alma.
Se cargan, se descargan, se evaden, se afrontan.
Adolecen, angustian, enojan, incapacitan.
Te enfrentan, te sacuden, te incitan, te alarman.
Desgastan, ahogan, cuestionan, limitan.
Los Duelos que laten matan los días venideros, lentamente, poco a poco.

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