lunes, 17 de mayo de 2010

La palabra: una peligrosa sentencia


Cuando era una niña, leía en la puerta de mi tio (de tierras lejanas de La Quebrada) un cartel escrito a mano que decía la siguiente frase: "la persona que más ofrece, si es que llega a dar, da mucho menos, pero hiere mucho más". La leí por cuatro años al menos, sin entender este acertijo.

Hoy, confieso que tiene sentido. Vivimos en un mundo de promesas: "Te llamaremos", "Yo te ubico por mail", "Te contesto mañana", "Te quiero y te querré siempre", "Estoy contigo", "Habrá sorpresas", "Si encuentras precios más bajos, te devolvemos tu dinero", "Siguiendo este plan de dieta, perderás peso rápidamente", "Compra ya tu pasaje y tendrás una oferta sorprendente"...puras palabras.

Me gustan las palabras (está claro, sino no escribiría este blog), pero creo más en los actos, en los hechos, en proclamar una cierta verdad e invitar a involucrarse en ella limpiamente, sin mayores premios, incentivos o amenazas.

Una experiencia cotidiana que compartir: Vi Ojos Rojos y Iron Man II, y asumo que caí como una niña frente a un helado por la increible publicidad que ambas tuvieron. Ojos Rojos no logra concretar una historia central, ni que la audiencia se emocione, entonces pasamos por estados mínimos de euforia y no por la historia contada con argumentos audiovisuales elegidos, sino por el hecho mismo del gol que ocurrio en determinada fecha. Por otra parte Iron Man II, si bien no me arrepiento de haberla visto, esperaba la banda sonora prometida "AC/DC" con sus grandes éxitos sonando a full por el sistema de audio envolvente del cine...Sólo dos canciones al inicio y al final de la película...y reconozco que fui motivada por la música.

La palabra es una sentencia, que tiene un tiempo de acción y de caducidad que si no se maneja bien, puede provocar mal entendidos e incluso catástrofes o simplemente tristeza por haber sido engañados (posición de culpar a un otro) o haber sido estúpidos al creer en la promesa (posición culposa y autoflagelante). Ninguna es positiva.

Y que me dicen de nuestros autodiálogos! Tantas veces hemos aseverado, frente a nosotros mismos "Mañana empiezo", "Dejaré de fumar", "No lo veré más", "No voy más a ese lugar", " No tropezaré dos veces con la misma piedra", y es ahí donde el poder de la palabra si que pierde su validez, en el autoengaño.

Entonces cobra sentido, un hecho vale más que mil palabras y la frase que mi tio tenia colgada en su puerta, como una premonición de que algún día alguien lo entendería.

2 comentarios:

  1. Tienes mucha razón amiga, las palabras tene un poder para bendiciòn o maldiciòn, solo lee Santiago capitulo 5 que habla de la lengua y el poder que tien. Y el hacer promesas que no sé pueden cumplir peor aún, hay mucho en la Biblia para buscar al respecto.
    Cariños
    Angel

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  2. tan heavy que no sé ni qué decir... no me quiero condenar :S jeje

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