miércoles, 14 de abril de 2010

Bendita capacidad de asombro


Cuando era una niña, la doc disfrutaba del baile con tan sólo amarrar una cuerda a un árbol del patio y bailar rock and roll, simulando encontrar en la cuerda, una pareja de baile.

Fue pasando el tiempo, y le escribió una carta a las personas de la NASA ya que le parecía increíble que enviaran a Laika al espacio, entonces le pareció lógico ofrecerse para viajar y hacerles llegar esta oferta.

La doc un día conoció el cine y se hipnotizó con la imagen de un hombre observando por un microscopio (en ese momento no tenía la más mínima idea de como se llamaba ese objeto) y pensó "Yo quiero dedicarme a eso en mi vida".

Sin cursar ningún examen de inglés, la doc obtuvo una beca que la llevaría por tres meses a Inglaterra. Aceptó el desafío y luego de sentarse muy campante en el puesto del chofer (no sabía que el manubrio estaba en otra posición ); cruzar más de dos veces corriendo las grandes calles de Cardiff viendo que la gente se desaparecía en un extremo y luego aparecía en otro, frente a lo cual cierto día descubrió que estos inmensos trayectos se atravesaban subterráneamente; al tercer mes soñar en inglés y tomarse fotos en las puertas del Palacio de Buckingham, regresó a Chile a trabajar por obtener su grado doctoral.

Estas microrealidades afirman mi postura de conservar la capacidad de asombro. Cuando nos dejan de importar estas historias, dejamos de vivir con sueños, realizables o no. Creo firmemente que la realidad siempre supera la ficción y no dejo de admirarme frente a las motivaciones personales y únicas que hacen que la maquinita de la vida siga funcionando, y de buena forma.

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