sábado, 10 de abril de 2010

La secretaria del Ginecólogo



La oficina de mi doctor se ubica en un antiguo edificio, con antiguos ascensores, en un tercer piso oscuro de paredes color ocre, de ambiente frio y largos pasillos.

La consulta, queda entre una oficina de abogados y de contadores, puertas donde cuelgan letreros que remarcan los apellidos de los asociados escritos en placas que se limpian con brasso.

Es esperable que cuando tocamos el timbre que hace din-don (sonoramente es así) aparezca una secretaria de delantal blanco, ubicada en una pequeña mesita donde tiene el teléfono, papeles, lápices, corchetera, tinta para el timbre, y dedo de goma. Para la señora de avanzada edad, el escritorio es su dominio máximo, y desde allí ejerce su poder.

Ella impone las reglas: si le comentas que sólo vienes a mostrar exámenes y por eso no tienes hora, recibirás su enojada mirada y te ganaras el mal humor y la cero atención de ella. Y te lo hace notar ya que cuando llega otra consultante que tiene todo en regla, la atiende muy bien, le conversa, le pasa revistas para su entretención y hasta le desliza una sonrisa suave dejando entrever su placa amarillenta con tapaduras de oro.

Por más que insistes en que el doctor te dijo que vinieras sin hora médica, ella hará todo lo posible para que te atienda en último lugar y hacerte sentir su enojo, debes saber que ella tiene el dominio desde su escritorio.

Para completar la escena escalofriante, a su espalda hay un televisor en altura que, dependiendo de la hora de tu visita, ameniza con teleseries colombianas, programas de ayuda, monitos animados, hasta Calle 7. Sumar, que al estar ella de espalda a la TV, observa lo que pasa en la tele por el reflejo de la imagen en un afiche con vidrio que está enfrente de ella. Esto lo descubrí después de varias visitas al doctor, pues sentía que tenía la mirada perdida en la pared, y no era ciega. Su vista me hacia entender que era otro signo de su desprecio.

Cierto día, luego de varios encuentros con desprecio, llegue a la consulta antes de la hora estimada con todo al día: bono firmado, exámenes pagados, etc. Hizo contacto visual, revelando la dulzura que sólo guarda para aquellas que respetan sus códigos.
Me sentí querida.

Me conversó, me sonrió, me pasó revistas, me habló de su familia, de los recuerdos que conservaba de su tía y que se cayeron del piano de su casa por el terremoto. Su amabilidad y cariño llegó hasta el punto de ser privilegiada frente a otras, ingresando-sólo por que ella así lo quiso-antes de pacientes que llegaron atrasadas a sus horas pero que tenían reserva antes que yo.

Se hace efectiva la regla "hay que ganarse a la secretaria, para llegar de la mejor forma al que está detrás de ese escritorio de semi poder". Los beneficios serán múltiples, se los digo por experiencia propia.

3 comentarios:

  1. llega a ser divertido cómo hay gente que tiene tanto rollo con el poder, al nivel de ejercerlo desde un punto donde debería primar siempre la amabilidad: la atención al público/cliente... y se ve en tantos rubros... si no, pregúntele al señor guardia

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  2. Yo tengo mi serio rollo con las secres... no me pueden gustar. Al estar en una pega en que tu disposicion animica hace la diferencia (en velocidad por ejemplo) en cualquier tipo de tramite burocratico les caga la psiquis, prueban un poco del poder...y adios humanidad. Yo se que hay excepciones, pero son las minimas... :P

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  3. ....siempre siempre.....
    conquistate a secretaria y a gente que te da la comida...y tu vida sera mas grata y simple...
    ...siempre, siempre.....

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